Análisis realizado por Juan Andrade y Catalina Vieira.
Alberto Durero, Némesis - 1502 |
2. Iconografía: este grabado hace alusión al mito de la
diosa Némesis. “Hija de la Noche y el Océano. Némesis es la imagen de la
moderación que debe presentarse en todo tiempo, tanto en las adversidades como
en las alegrías. También remite al castigo, a la venganza de Dios de la que
nadie puede escapar” (Zárate, 1997) . Sin embargo,
se debe tener en cuenta los símbolos que Durero tomó para representar dicha
diosa, un ejemplo son las alas de la mujer, que si se observan detenidamente,
son de avestruz. “Si quieren indicar ´hombre que imparte justicia a todos por
igual´, pintan una pluma de avestruz. Pues este animal tiene iguales por
completo las plumas de las alas, al contrario que los demás” escribe Horapollo
en su Hieroglyphica. (Zárate, 2006)
A esto se puede agregar el
significado de la copa y de las riendas que lleva en sus manos, que reflejan
las riquezas y la mesura respectivamente; la diosa imparte ya sea castigo u
honores a cada hombre según su merecido.
Esto anterior en conjunto con
la idea que expresa la diosa suspendida sobre un caserío (al igual que Barbari,
muestra sus principios de cartografía) y como la esfera rompe los aires para sobre
volar todo territorio, demuestra que la justicia es divina y domina sobre todo
ser humano.
3. Iconología:
aunque la imagen fue
inspirada por un poema latino de Poliziano, Durero centro toda su atención en
las proporciones. Desde su viaje a Venecia en 1494, donde se relacionó con los
conocimientos matemáticos de Pacioli y su importancia en la belleza y el arte,
comenzó su interes por la aplicación de las matemáticas en sus obras. “El pie,
desde el talón hasta la punta del dedo gordo, visiblemente extendido, mide un
séptimo de la altura total (desde el talón a la coronilla); la longitud de la
cabeza, desde la coronilla hasta el mentón, es un octavo; la longitud del
rostro, desde el mentón a la joya de la diadema, mide un décimo, y el “codo”
desde la punta de los dedos (si se extendieran éstos) hasta el hueso bien
marcado del codo, un cuarto” (Panofsky) . Esta imagen
se grabó al buril, una técnica que Durero comenzó a usar desde 1490, ya que por
lo general las pinturas no salían del estudio, y el grabado le permitió hacer
las estampas en cantidad para comercializarlas.
Panofsky, E.
(s.f.). Vida y arte de Alberto Durero.
Zárate,
J. M. (1997). Mitología e historia del arte. Tomo I: Del caos y su
herencia. Los Uránidas. Madrid: Vitoria.
Zárate,
J. M. (2006). Durero y los Hieroglyphicas. Madrid.
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